El pueblo está lleno de puestos de flores, calaveritas de dulce, pan, papel picado, carne de puerco, maíz. Todo a la venta para festejar a los difuntos.
Calaveritas de amaranto, de azúcar o de chocolate. Empezaron siendo de azúcar, pero la inclusión de otras materias primas enriquecen con sus colores y sabores nuestras ofrendas.
Lo que se acostumbra es hacer tamales para ponerlos en la ofrenda y para darles a los niños que tocan de puerta en puerta para rezar a los difuntos. Así que como reza el dicho: al país que fueres haz lo que vieres.
La idea de ofrecer tamales a los niños fue mía, pero reconozco públicamente que fue Martín quien se hizo a cargo de toda la producción tamalera.
Aquí los tamales se hacen con puerco y en una salsa de verde con habas. Con tres cuartillos de maíz, dos kilos de carne de puerco, medio kilo de habas, kilo y medio de tomate y cinco chiles cuaresmeños salieron 125 tamales.
¿Para qué tanto trabajo? Para poder ofrecerle a nuestros difuntos un regalo, el de la memoria. Compramos sus bebidas favoritas, les cocinamos lo que les gustaba, adornamos la casa, la llenamos de flores, incieso, velas. Les hacemos un camino de flores para que sepan a donde llegar y pasen y tomen agua para calmar su sed; después una cerveza o un traguito de tequila o un café.
Los cigarros favoritos de mi abuelo, los delicados sin filtro no pueden faltar. Cuando fui a comprarlos empecé a recordar cuando era niña y lo acompañaba a la tienda a comprarlos o cuando era más grande y él me los encargaba porque ya no podía caminar.
Hay gente que no cree en todas estas cosas porque piensa que son superticiones o se avergüenza de estas costumbres y prefiere ver en estos homenajes una muestra de estancamiento cultural o del folklor. Yo me inclino por recordar a la gente que me ha amadao y a la que he querido tanto. Como dijera Claudia, una amiga muy querida, esta fiesta es una delicia pa' los sentidos: aromas, colores, sabores, sensacione, imágenes...
Los cigarros favoritos de mi abuelo, los delicados sin filtro no pueden faltar. Cuando fui a comprarlos empecé a recordar cuando era niña y lo acompañaba a la tienda a comprarlos o cuando era más grande y él me los encargaba porque ya no podía caminar.
Hay gente que no cree en todas estas cosas porque piensa que son superticiones o se avergüenza de estas costumbres y prefiere ver en estos homenajes una muestra de estancamiento cultural o del folklor. Yo me inclino por recordar a la gente que me ha amadao y a la que he querido tanto. Como dijera Claudia, una amiga muy querida, esta fiesta es una delicia pa' los sentidos: aromas, colores, sabores, sensacione, imágenes...
Que lindo que hiciste los tamales y compartiste por acá.
ResponderEliminarA mi me gusta también mucho esta tradición, nuestra ofrenda también suele estar salpicadas de manualidades en barro, cosa que me quedó de mis años de escuela.
Querida esposa de Don Martín, se de buena fuente que Don Martín no hubiera hecho los tamales ni cosa alguna tendria sentido si no estuviera inspirado por su señora esposa, para el las cosas toman sentido solo cuando puede compartirlas con usted.
ResponderEliminarAtentamente:
S.S.S.
Don Martín.